sábado, octubre 5, 2024
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Besalú, la belleza de un rincón diferente

Besalú es un espectáculo medieval en sí mismo. Una joya de La Garrotxa de Gerona empeñada en mantener su propio carácter, presumido por un espectacular puente de piedra románico perfectamente conservado y una antigua judería de calles estrechas y curvosas. Un lugar de los que se recuerda después de una primera visita.

Las almas de habla catalana la conocen también como Bisuldunum, fortaleza entre dos ríos. Al acudir a su nacimiento los ríos Fluviá y Capellades, el nombre está justificado. De hecho, su puente de piedra sobre el primero es la tarjeta de visita de esta villa encantadora. Al llegar y ver un inconfundible tren turístico circular por el pueblo, a uno le queda claro que Besalú es una visita popular entre viajeros y turistas.

Al viajar en autocaravana, naturalmente necesitamos un hogar donde esta respire a salvo, y en Besalú está a la entrada del pueblo, a poco más de medio kilómetro del centro histórico. Esta área de autocaravanas, aunque compartida con turismos, ofrece gratis zona de descarga de aguas grises y negras, y electricidad y cargado de aguas de pago mediante la compra de unas fichas en la oficina de turismo.

Y tras dar con el lugar donde pernoctar, visitar Besalú a pie. No más de cinco kilómetros cuadrados en los que calles empedradas, pequeños negocios locales, casas de piedra y un conjunto de obras arquitectónicas de valor inestimable aguantan. Tesoros catalanes como el monasterio de Sant Pere, la iglesia de Sant Vicente y otras dependencias como el hospital de Sant Julià, que proporcionan todas ellas la esperada dosis de espectáculo medieval.

En su antigua judería, huella de esta comunidad en Cataluña, los baños judíos, únicos de su tipo en toda España, no han desaparecido con el tiempo. Unos espacios en los que su arquitectura exquisita va en consonancia con el fin que los caracterizaba: purificar el cuerpo de los fieles mediante la inmersión total del cuerpo. Mientras que la mujer lo hacía en el momento de casarse y tras cada menstruación y parto, el hombre solía purificarse cada viernes antes de la puesta de sol.

Cuando el verano acaba y el calor característico de interior amaina, el primer fin de semana de septiembre Besalú viaja a sus orígenes, al pasado, envuelto en una atmósfera jovial y contagiosa. Es su Festival Medieval, con cantos de juglares, damiselas y batallas de caballeros, repleto de puestos en los que curiosear y calles decoradas por las que pasear.

No es raro que sus callejuelas sean utilizadas como lugares de rodaje, desde la recreación de escenas medievales hasta aquellas más bélicas de la segunda guerra mundial.

Fiestas, historia, belleza y gastronomía famosa por carnes a la brasa y embutidos en un pueblo que pide a gritos pasear al atardecer, cuando los buses de turistas y los que van marcados por el tictac del reloj deben retirarse.

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