Una carretera, una Mercedes y una escapada…
Cada vez que llegamos al valle de Almanzora nos encontramos con una sorpresa. La carretera es un reto para descubrir una cortijada como ejemplo de arquitectura rural o un pequeño artesano que hace arte de lo cotidiano. Estamos en Almería y nos gusta disfrutar de lo cotidiano.
Cobdar
Cruzado por el río Los Molinos, es uno de los puntos vitales del turismo en el Valle de Almanzora y la Sierra de los Filambres. Y lo es precisamente porque representa, a pequeña escala, todo aquello que buscamos en un pueblo de la sierra almeriense: aire limpio de montaña, tranquilidad, pequeñas casas encaladas (y nevadas en invierno, si es menester) y comida de puchero. Consagrado al cultivo de la almendra y la extracción de aceite, sus habitantes han recibido el nombre de “riblancos” por el mármol blanco que se extrae del Cerro La Piedra. Atención la cueva neolítica del Castillico, una visita que da variedad a nuestro tiempo en Cobdar.
Chercos
Las curvas merecen la pena. Este pequeño pueblo complementa la oferta de la Sierra de los Filabres, y añade la particularidad de la existencia de un Chercos Viejo.y un segundo asentamiento posterior. Hay recorrer con paciencia los alrededores. Es una de las muchas rutas de senderismo que encontraremos en este tranquilo pueblo, como también lo es la de Piedra Labrá, donde encontraremos grabados rupestres prehistóricos, y la que nos dirige hacia la zona de las canteras en Macael.
Laroya
Con menos de 200 habitantes estamos ante una joya del turismo rural almeriense, con una iglesia mudéjar del siglo XVI y casas moriscas que han sido cuidadosamente restauradas para adaptarse al turismo sin perder su aire pintoresco, su autenticidad. Perfecto para hacer senderismo, BTT, tiene también un museo etnográfico y buena gastronomía. Su particular ubicación entre dos sierras le ganó al pueblo su nombre, un término árabe que hace referencia a una hoya o cazuela.
Urrácal
En Urrácal destaca el desfiladero de El Estrecho y el Mirador de la Cerrá, que muestra las bondades de todo el valle de Almanzora. Los senderistas están de enhorabuena con el sendero de Los Molinos (PR-A 300), un camino que recorre la ladera sur de la sierra de Las Estancias y que es un verdadero festín de fauna y flora del lugar, repleto de pinos, romero, espinos y almendros.
Lúcar
El nombre hace honor a la Sierra que corona, a 1.722 metros de altura. La Balsa de Cela, un embalse de aguas termales que mantiene una temperatura constante de más de 22 grados, parece el sueño hecho realidad del turista en busca de tranquilidad y paz. El sendero de las Minas del Talco es una ruta ideal si queremos conocer el soporte económico del municipio, jalonado como es habitual por miradores a la Sierra como el del Pastor o el de la Santa.
Zurgena
El aroma a naranja se nota nada más salir al campo. Está considerado como la puerta de entrada al Valle de Almanzora ya desde sus primeros asentamientos neolíticos. Los romanos dejaron su impronta mucho después en un municipio definido por su barrio de la Alfoquía. La recogida Ermita del Calvario, destinada a acoger su querida “Virgencica”, es uno de los puntos de referencia del lugar, como también la Torre del Reloj y la Antigua estación del ferrocarril, cerrada en 1985.
Albanchez
Es otro pueblo de montaña anclado al duro trabajo de las minas de mármol y la producción de aceite y vino. Como testimonio de esa entrega a la tierra destaca su monumento al agricultor, un complemento más a la ya clásica oferta de arquitectura de herencia árabe y a la iglesia parroquial de estilo renacentista. La Plaza de España es el centro neurálgico del pueblo, donde podremos disfrutar de las patatas con ajo, perdices y conejos que jalonan su gastronomía
Lijar
Dos silabas y un gran trozo de la historia de Almería. En el siglo XV, los moros se revelaron y solo fueron personados con las capitulaciones de Purchena. Siglos más tarde, el consistorio declaró la guerra a Francia en 1883 por los agravios recibidos por el rey Alfonso XII en su visita a París, y solo cien años después se firmó la paz. El castillo en la cima del pueblo refrenda a su manera el fuerte espíritu de este pueblo, como también su ermita y sus reviradas calles.
Sierro
Estrechas y reviradas calles, plácidas escondidas, un castillo medieval y una buena situación si queremos disfrutar de la naturaleza del Valle de Almanzora y su monumental sierra, un excelente punto de partida para multitud de actividades deportivas y “campestres”. En otoño las jornadas micológicas nos depararán buenos paseos por el bosque (y mejores ratos en la mesa), y la fiesta de Moros y Cristianos de septiembre cubrirá nuestras necesidades de entretenimiento histórico.
Fines
El ambiente tranquilo y el tipismo de este asentamiento de aires medievales, con fácil acceso a cadenas montañosas como la sierra de los Filabres y la de las Estancias, hace de Fines un lugar perfecto para un fin de semana rural. La iglesia mudéjar de Nuestra Señora del Rosario es su principal monumento, aunque quizá otros prefieran su gastronomía, con platos campestres, sencillos pero sabrosos como el conejo frito o las perdices estofadas, capaces de rematar unas jornadas agradables.