Viajar por la costa de Lugo es uno de esos privilegios al alcance de todos, y jamás suficientemente reivindicados. Las vistas al Atlántico satisfacen esa romántica necesidad de escapada de todo urbanita, y todavía más en los tiempos víricos que vivimos. Pero el lugar también puede presumir de una excelente naturaleza, playas y una amplia oferta de ocio.
Estamos, al fin y al cabo, ante una provincia de un enorme empuje industrial. Su sector conservero sigue pujante, no importa de dónde sople el viento, y para demostrarlo están los 10.900 millones de euros recogidos en el ejercicio de 2019 con productos en conserva, bacalao, harinas.… Aquí viven y trabajan más de la mitad de las empresas de conservas españolas, y es por una muy buena razón.
No obstante, para el turista podría ser más interesante un paseo por su costa, cuyas etapas podrían estar divididas por cuatro formidables faros como los que nos ocupan.
Faro Punta Roncadoira es la luz que guía los barcos en el concejo de Xove. En el recuerdo una serie de naufragios ocurridos en el triste verano de 1974, motivo suficiente para que se erigiese este bonito faro a modo de enlace entre San Cibrao y Estaca de Bares. El resultado reconfiguró el entorno con el paso de las décadas, desde mediados de los ochenta hasta la actualidad. Y es que un faro no es peccata minuta. Esta torre ubicada en la carretera entre Portocelo y Vilachá se eleva casi cien metros sobre el nivel del mar, y es particularmente buena a la hora de observar las aves marinas y ofrece vistas a las islas de Farillóns, Coelleira y Sarón, entre otras.
El faro de Isla Pancha alberga, tras su peculiar nombre, un sin número de estupendos detalles. Apodado también O Cargadoiro, donde llegaba el tren cargado de minerales delatando una vez más el pasado industrial de la región, está ubicado a apenas dos kilómetros de la localidad de Ribadeo. El islote alberga un edificio cuadrado que se mantuvo en acción hasta el año 83, cuando se construyó el nuevo faro, y no fue hasta el 2013 que se reconvirtió en un bonito alojamiento. Los dos apartamentos son muy acogedores y permiten acoger hasta cuatro personas cada uno con unas vistas muy, muy marineras, con todas las virtudes que ofrece estar ubicados en plena ría de Ribadeo, todo un tesoro natural y turístico rodeado de playas y de la Reserva Natural de la Biosfera del Río Eo, Oscos y Terras de Burón.
Nuestra ruta continúa mientras, con toda seguridad, degustamos el atún o la sardina que centra la actividad industrial y conservera de la región. Se trata de un puntal económico que acaba de redondear el interés de Lugo, tan interesado por complacer al visitante con sus bondades naturales como por desarrollar un amplio tejido industrial que beneficie a todos más allá del turismo.
Llegamos al Faro de San Cibrao en Cervo, también llamado de Punta Atalaya, es con sus 14 metros de altura bien elevados sobre el nivel del mar un punto de referencia ineludible tanto desde el océano como por tierra y sí, también aire. Ubicado en Cervo, proporciona unas preciosas vistas al Atlántico y suficiente luz como para ser avistado a casi treinta kilómetros de distancia desde el mar. En realidad son dos torres, una de 1860 y otra de 1979. Una de ellas una pequeña vivienda adosada donde vive el farero y que podría ser perfectamente el sueño dorado de cualquiera en búsqueda de soledad e iluminación… Cerca nos espera la localidad de San Ciprián, dotado de tranquilas playas y todo tipo de servicios turísticos. Por último, el faro de Estaca de bares, en La Coruña, una parada obligada para todo viajero con un mínimo de interés en la región. Es el más septentrional de todos los faros de la península, y también uno de los más bonitos. La torre mide 33 metros y su faro alcanza 25 millas náuticas. Lleva desde mediados del siglo XIX cumpliendo con su obligación, y ahí sigue y seguirá haciéndolo, con una estación DGPS plenamente operativa.